En este artículo, Moene y Wallerstein desarrollan un modelo sobre la forma en que se eligen las políticas redistributivas y de seguridad social, básicamente seguridad ante una eventual pérdida del ingreos, de acuerdo a la desigualdad del ingreso en países desarrollados. Por este motivo, los autores establecen una disyuntiva entre el gasto en transferencias redistributivas o en políticas de seguridad del ingreso. Su modelo implica que a mayor desigualdad, mayor distancia entre el ingreso medio y el mediano, la población preferirá políticas publicas de transferencias redistributivas en lugar de políticas de seguridad del ingreso. Es de suma importancia a qué sector de la población, si empleados o desempleados, se enfoca el gasto pues si hay gran desigualdad y la mayoría de las políticas se enfocan a la población ocupada habrá políticas redistributivas, pero si el grupo de enfoque se establece endógenamente, la desigualdad provocará que disminuya el apoyo a la población desempleada.
Al primer cuestionamiento los autores encontraron una respuesta positiva: entre mayor desigualdad en el ingreso hubo un menor gasto en políticas contra la pérdida del ingreso. Sin embargo, no encontraron evidencia empírica significativa que relacionara el gasto social total como proporción del PIB con el nivel de desigualdad.
El estudio se basó en una muestra de 18 países desarrollados de la OCDE y se usó su información de 1980 a 1995, tomada de bases de datos de distintos años para las distintas variables utilizadas.
La variable dependiente principal es el beneficio de la seguridad contra la pérdida del ingreso, que se midió como la suma en el gasto gubernamental en programas con el seguro de desempleo, beneficios por inhabilitación, seguro de accidentes, etc. y se midió en proporción con el PIB.
La variable independiente principal es la desigualdad, o el sesgo en la distribución del ingreso, que se midió como el logaritmo natural del ratio del ingreso del noventavo percentil y del décimo. Se utilizaron variables de control como la tasa de desempleo, el porcentaje de población de más de 65 años y la participación electoral para elecciones de la cámara baja y una variable inercial del gasto.
El método utilizado fue una regresión lineal simple (OLS).
Se encontró un impacto negativo considerable del nivel de desigualdad de entre 2.17 y 1.83 sobre el gasto en seguridad del ingreso con una significancia de p <= .05, es decir, un aumento de la desigualdad de una unidad varió el gasto entre 1.83 y 2.17% del PIB negativamente.
Como señalaron los autores, un problema de la muestra es que el nivel de desigualdad del salario no varió mucho en estos países en estos años, lo cual no permite verificar del todo las implicaciones del modelo. Del igual manera, de haber incluido el gasto en salud y pensiones al interior de estos países los resultados del gasto podría haber variado más debido a las pugnas políticas a las que son sujetos estos rubros.
- Karl Ove Moene y Michael Wallerstein, “Inequality, Social Insurance, and Redistribution” en The American Political Science Review, vol. 95, no. 4 (Dic. 2001), pp. 859-874.
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