1) Este capítulo intenta articular una descripción más amplia de una visión de la teoría política positiva desde que se “importaron” métodos económicos (elección racional) a la ciencia política. Argumenta que, tanto la economía como la ciencia política, están preocupadas por las decisiones de las personas en el nivel individual y en el colectivo. El autor dice que la toma de decisiones en la política tiene que ser sometida al estudio de la “elección racional” tal y como se hace en el caso de la toma de decisiones en cuestiones económicas. Además, analiza dos acercamientos canónicos que desarrollan una teoría política positiva: collective preference theory y teoría de juegos.
2) Menciona que hay tres libros que proporcionaron las raíces (puntos de partida) para la aplicación de los modelos económicos a la ciencia política pero que han sido difícilmente aceptados por la comunidad académica. En primer lugar está el de Kenneth Arrow (Social Choice and Individual Values). La contribución de Arrow tiene que ver con el teorema axiomático que pretende estudiar la agregación de preferencias. En segundo lugar está Anthony Down (An Economic Theory of Democracy) que analiza un modelo espacial sobre la competencia electoral y la toma de decisiones; argumentando que sería difícil entender que un individuo racional votara. Este modelo trata de explicar la variedad de reglas en cuanto a la agregación de preferencias se refiere. Finalmente, William Riker con “The Theory of Political Coalitions”, reconoce que la teoría de juegos es la herramienta natural con la cual se puede analizar y estudiar el comportamiento político.
3) El autor parte del supuesto de que la base del estudio económico está en las preferencias individuales. Es decir, en su forma más simple, la economía supone que los individuos tienen preferencias sobre un conjunto de alternativas que son completas y transitivas y que, al elegir una de ellas, buscan maximizar sus beneficios. Asume que los individuos toman decisiones políticas que no son necesariamente decisiones individuales, sino que son decisiones para votar, participar en acciones colectivas, adoptar plataformas para ser elegidos, etc. En contraste con la toma de decisiones en la economía, lo que un individuo decide o escoge en política no es necesariamente lo que obtiene (si votas por un candidato, eso no significa que ese candidato saldrá elegido). Por lo tanto, el vínculo entre las decisiones individuales en política y lo que de ellas resultan es relativo.
A partir de las observaciones anteriores, el autor sugiere dos enfoques o acercamientos para entender cómo es que las preferencias individuales se conectan a las elecciones (decisiones) políticas o colectivas: un enfoque directo (que extiende el modelo teorético de toma de decisión individual a una colectividad como conjunto) y uno indirecto (que explora las consecuencias de las decisiones estratégicas tomadas por agentes racionales). Analicemos más a detalle estos dos puntos.
En primer lugar esta el enfoque directo (collective preference): argumenta que las preferencias individuales de una persona pueden estar directamente agregadas a una preferencia “social” que maximiza las opciones y decisiones colectivas. Sin embargo, no hay garantía alguna de que las preferencias individuales se revelen en las elecciones o toma de decisiones de la persona (por ejemplo, un individuo puede preferir estrictamente a un candidato sobre otro, sin embargo tiene la opción de votar estratégicamente o simplemente abstenerse). El reto analítico que enfrenta este enfoque es encontrar las condiciones bajo las cuales la agregación de preferencias existe; es decir, delinear las reglas de agregación de preferencias que sean consistentes con lo deseado y describir las propiedades de cada una de estas reglas en diferentes ambientes o circunstancias.
Después está el enfoque indirecto (teoría de juegos): en este caso, son las acciones del individuo las que son agregadas a la toma de decisiones colectiva. Cuando se les presenta un problema de decisión, los individuos raramente tienen que declarar sus preferencias, sino más bien tienen que tomar una acción en particular (siendo esto el punto de estudio de este enfoque). En otras palabras, el enfoque indirecto podría ser descrito como un análisis de las reglas de decisión colectiva definidas por los equilibrios resultantes de varios mecanismos y teorías de toma de decisión individuales. Es decir, este enfoque necesita de dos cosas: una teoría que explique cómo los individuos toman sus decisiones y una descripción de cómo estas decisiones son representadas en las decisiones colectivas.
Finalmente, el autor concluye que estos dos enfoques no son excluyentes uno del otro, sino que son más bien complementarios.
4) En un intento por desarrollar una teoría de preferencias colectivas (lo expuesto en los puntos anteriores), se revelan dos características analíticas importantes. En primer lugar el autor afirma que al aumentar las “oportunidades de intercambio” en cuestiones políticas agrava los problemas para alcanzar una decisión colectiva en vez de aminorarlos. En segundo lugar, se revela que los individuos racionales condicionan sus decisiones si sus votos resultan estratégicos o relevantes. Es decir, a diferencia de la economía, en la política no se puede dejar que el tamaño de la población disminuya la percepción del individuo de que su voto o decisión en efecto cuenta. Es por esto que, Austen-Smith recalca la importancia de las instituciones, la información y el tamaño de las poblaciones (además del papel que tienen los agentes políticos).
5) Poco a poco la influencia de teorías y enfoques económicos van ganando espacio en la literatura política. Es importante que se articule una descripción más amplia de la teoría política positiva y la integración de conceptos tradicionalmente económicos (elección racional).
Referencias:
Arrow, K. J. 1951. Social Choice and Individual Values. New Haven, Conn.: Yale University Press.
Ferejohn, J. A., and Fiorina, M. P. 1975. Closeness counts only in horseshoes and dancing. American Political Science Review, 69: 920-5.
Osborne, M. J., and Slivinski, A. 1996. A model of political competition with citizen-candidates. Quaterly Journal of Economics, 111: 65-96.
Persson, T., Roland G. and Tabellini, G. 1997. Separation of poweres and political accountability. Quaterly Journal of Economics, 112: 310-27.
Nash, J. F., 1951. Noncooperative games. Annals of Mathematics, 54: 289-95.
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