Milena Ang Collán Granillo
Ernesto Laclau, La razón populista, México, Fondo de Cultura Económica, 2006.
En este libro el autor busca comprender qué es el populismo. Dado que este concepto es ampliamente usado y vagamente comprendido, es difícil expresarlo tajantemente. Laclau propone dos características básicas que definen al populismo. La primera es que llama a todos aquellos que no son tomados en cuenta por el status quo (se apela a “los desposeídos” o a “los marginados”). La segunda es que el populista, líder de este movimiento, busca la identificación de esta masa heterogénea a la que se dirige a través de la creación de un antagonista. Esto significa que se logra unificar al “pueblo” al crearle un enemigo, un ser opuesto y opresor. Finalmente, Laclau sostiene que ambos elementos le brindan un arma poderosa al populista: en nombre de esta “lucha”, los populistas pueden debilitar el funcionamiento de las instituciones democráticas que puedan interferir con su poder. De esta manera, por ejemplo, el congreso puede ser disuelto porque el populista argumenta que va en contra de los intereses del pueblo.
Aunque las premisas son interesantes y la argumentación teórica está bien llevada, creemos que esta es su principal deficiencia. El autor intenta unir diversos estudios; recurre muchas veces a Freud y la teoría de la colectividad de la masa, a las teorías estructuralistas, a la sociología webberiana, etc. para encontrar una fórmula que abarque a todos los regímenes populistas. Sin embargo, no toma en cuenta las particularidades de cada estado o época, lo que resulta en una definición demasiado amplia y estática. Aunque esto puede ser ventajoso para un texto teórico-filosófico, es casi inútil si buscamos diferenciar olas populistas, causas o identificar comportamientos en diferentes regiones. Por esta misma razón se puede decir que no es aplicable a casos específicos. Es decir, buscamos escribir un ensayo que tenga no sólo cierto poder explicativo sino que, al ser de Economía Política, pueda hallar soluciones o identificar consecuencias de procesos políticos. Aun cuando lo criticable de este libro no es el método en sí, no aporta nada al campo de las políticas públicas.
En este libro el autor busca comprender qué es el populismo. Dado que este concepto es ampliamente usado y vagamente comprendido, es difícil expresarlo tajantemente. Laclau propone dos características básicas que definen al populismo. La primera es que llama a todos aquellos que no son tomados en cuenta por el status quo (se apela a “los desposeídos” o a “los marginados”). La segunda es que el populista, líder de este movimiento, busca la identificación de esta masa heterogénea a la que se dirige a través de la creación de un antagonista. Esto significa que se logra unificar al “pueblo” al crearle un enemigo, un ser opuesto y opresor. Finalmente, Laclau sostiene que ambos elementos le brindan un arma poderosa al populista: en nombre de esta “lucha”, los populistas pueden debilitar el funcionamiento de las instituciones democráticas que puedan interferir con su poder. De esta manera, por ejemplo, el congreso puede ser disuelto porque el populista argumenta que va en contra de los intereses del pueblo.
Aunque las premisas son interesantes y la argumentación teórica está bien llevada, creemos que esta es su principal deficiencia. El autor intenta unir diversos estudios; recurre muchas veces a Freud y la teoría de la colectividad de la masa, a las teorías estructuralistas, a la sociología webberiana, etc. para encontrar una fórmula que abarque a todos los regímenes populistas. Sin embargo, no toma en cuenta las particularidades de cada estado o época, lo que resulta en una definición demasiado amplia y estática. Aunque esto puede ser ventajoso para un texto teórico-filosófico, es casi inútil si buscamos diferenciar olas populistas, causas o identificar comportamientos en diferentes regiones. Por esta misma razón se puede decir que no es aplicable a casos específicos. Es decir, buscamos escribir un ensayo que tenga no sólo cierto poder explicativo sino que, al ser de Economía Política, pueda hallar soluciones o identificar consecuencias de procesos políticos. Aun cuando lo criticable de este libro no es el método en sí, no aporta nada al campo de las políticas públicas.
Michael L. Conniff, Latin American Populism in Comparative Perspective, Albuquerque, University of New Mexico Press, 1982.
En este libro se explica la primera ola populista (que abarca desde los treintas hasta los cincuentas). El autor, a través de la comparación de los regímenes populistas latinoamericanos en esta época, describe las características de la primera ola populista. La primera de éstas es la urbanización. Al haber grandes migraciones del campo a la ciudad, los líderes identifican a este nuevo sector poblacional y hacia ellos dirigen sus campañas. Acto seguido describe las características de las que se valían los populistas para captar votos, como la exaltación de la cultura popular y el gasto público irresponsable. Coniff también nota las consecuencias de esta ola, la más notoria quizá sea la universalización del sufragio por necesitar los votos de las clases marginadas.
Este libro, publicado en 1982, comienza diciendo que el populismo ha terminado y que no volverá a ocurrir. Veinte años después el autor se vio obligado a convocar a un panel en el que reconoce su error y edita otro libro explicando los populismos posteriores a la década de los cincuentas. Esta es, quizá, la crítica que tenemos que hacer a este libro. Así como Laclau es en extremo general, Coniff lo analiza todo desde un punto de vista tan particular que resulta difícil encontrar un argumento o característica aplicable a un ejemplo diferente de los que analiza. Esto nos presenta la ventaja de una comprensión casi absoluta de la primera ola, que podremos utilizar para diferenciarla de aquellas posteriores, pero le resta fuerza a sus argumentos porque algunos son prescindibles al tomar en cuenta otros populismos. Un punto que nos parece importante recalcar es que el autor habla de “líderes carismáticos” y de individuos populistas, pero no considera a los partidos políticos como entes sujetos al populismo.
En este libro se explica la primera ola populista (que abarca desde los treintas hasta los cincuentas). El autor, a través de la comparación de los regímenes populistas latinoamericanos en esta época, describe las características de la primera ola populista. La primera de éstas es la urbanización. Al haber grandes migraciones del campo a la ciudad, los líderes identifican a este nuevo sector poblacional y hacia ellos dirigen sus campañas. Acto seguido describe las características de las que se valían los populistas para captar votos, como la exaltación de la cultura popular y el gasto público irresponsable. Coniff también nota las consecuencias de esta ola, la más notoria quizá sea la universalización del sufragio por necesitar los votos de las clases marginadas.
Este libro, publicado en 1982, comienza diciendo que el populismo ha terminado y que no volverá a ocurrir. Veinte años después el autor se vio obligado a convocar a un panel en el que reconoce su error y edita otro libro explicando los populismos posteriores a la década de los cincuentas. Esta es, quizá, la crítica que tenemos que hacer a este libro. Así como Laclau es en extremo general, Coniff lo analiza todo desde un punto de vista tan particular que resulta difícil encontrar un argumento o característica aplicable a un ejemplo diferente de los que analiza. Esto nos presenta la ventaja de una comprensión casi absoluta de la primera ola, que podremos utilizar para diferenciarla de aquellas posteriores, pero le resta fuerza a sus argumentos porque algunos son prescindibles al tomar en cuenta otros populismos. Un punto que nos parece importante recalcar es que el autor habla de “líderes carismáticos” y de individuos populistas, pero no considera a los partidos políticos como entes sujetos al populismo.
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