jueves, mayo 18, 2006

RL Efectos de campañas negativas

Fridkin, Kim y Kenney, Patrick J., “How Negative Campaigning Enhances Knowledge of Senate Elections”, en Crowed Airwaves: Campaigning Advertising in Elections, Candice J. Nelson y David A. Dulio (eds), Washington: Brookings Institution, 2000, pp. 65-95.

En este capítulo del libro, los autores se preguntan si las campañas negativas tienen algún efecto positivo en el electorado. Las campañas negativas son fáciles de recordar porque se presta más atención a ellas y porque son fáciles de procesar. La información que proveen es más creíble y por ello permite razonar cuidadosamente la elección. Por eso, la respuesta es afirmativa, y el principal beneficio de este tipo de campañas es que proveen más información a los votantes que las campañas positivas. Su estudio se basa en el tono y contenido de campañas para senador en Estados Unidos entre 1988 y 1992 y en el Nacional Election Study’s Senate Election Study (NES/SES). Nombre, posición ideológica, tema en campaña.
Las variables independientes son: la capacidad del entrevistado de recordar el nombre de los candidatos; la capacidad para situarlos en un determinada posición ideológica y para reconocer cuál fue el principal tema de las campañas. Las variables de control para la población entrevistada son: nivel de educación, afiliación partidista, sofisticación, interés en la elección y atención a las noticias. Para los candidatos: si se trata de un incumbent o un challenger, la experiencia, si el candidato se ha involucrado en un escándalo, el nivel de seniority. Para las campañas: si son competitivas, el gasto y la información difundida por los medios.
Entre los resultados más sobresalientes se encuentra: 1) 41% del total de las campañas son negativas; 2) el candidato challenger utiliza más este recurso; 3) si las elecciones son competitivas el porcentaje de campañas negativas aumenta; 4) entre más “negativa” sea la campaña mayor es la probabilidad de que el nombre del challenger sea recordado; 5) las campañas negativas aumentan la probabilidad de que el challenger sea posicionado ideológicamente; 6) la gente reconoce la “negatividad” de las campañas entre más haya (sic), y 7) a mayor número de campañas negativas mayor es la probabilidad de se conozca el tema de las mismas. De los resultados se observa que para los incumbent la negatividad de las campañas no los afecta ni beneficia.
Aunque los autores consideran una virtud que su fuente tenga igual número de entrevistados para todos los estados, puede ser que la muestra no sea representativa. Los estados más grandes y/o más poblados pueden diferenciarse por su importancia distrital.
Se escogieron cuatro spots al azar, lo que, de igual modo, puede ser una muestra poco representativa. En algunos estados seguramente hubo mayor número de spots y el tema también pudo haber variado. Lo mejor sería realizar una muestra proporcional al número de spots emitidos.
El estudio no considera que la campaña negativa aumente la probabilidad de reconocer al candidato atacado, lo que puede modificar la percepción del incumbent. Los resultados mencionan el porcentaje de respuestas acertadas sobre el nombre y tema de la campaña, pero no así para la posición ideológica del candidato. Esto es importante porque existe la probabilidad de que los votantes no perciban adecuadamente el mensaje de la campaña.
Jacaranda Pérez
Jorge Meade

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