Con base en el shirking (diferentes preferencias e intereses entre legisladores y representados), ¿Cuál es el comportamiento de los legisladores cuando la disciplina electoral no existe? Este paper parte del supuesto de que el legislador responde a intereses electorales: la reelección. La respuesta de ambos autores a su pregunta es que cuando los legisladores han decidido abandonar el Congreso para el periodo inmediato posterior, no cambian la dirección ideológica de sus votaciones (ideological shirking), pero si reducen su participación efectiva en las votaciones del Congreso (participatory shirking).
Los autores miden dos variables independientes. En el primer modelo es el cambio ideológico de los legisladores, medida por el W-NOMINATE score (Poole and Rosenthal, 1997), el cual va de -1 (liberal) a 1 (conservador), medida por medio de los roll-calls (votaciones) de los periodos legislativos. En el segundo modelo, la variable dependiente es la el cambio abstencionista, este contrasta el nivel de abstencionismo en las votaciones que no son obligadas (Si o No) de los legisladores de un periodo a otro.
Las variable independiente clave es: la salida de la legislatura sin buscar reelección o algún cargo administrativo (0 = si busca reelección u otro cargo; 1 = No). Las variables de control son: 1) periodos legislativos en el Congreso (más periodos reelegido = más congruencia ideológica = menor shirking); 2) vulnerabilidad electoral (aquellos que tienen segura la reelección pueden actuar libremente, mientras que los que son vulnerables actúan más conforme a las preferencias de la población = menor shirking) y; 3) Cambio de distrito político (de 0 = no cambia, a .32 = si cambia) A mayores cambios en las preferencias de lo distrito, mayores cambios en la votación)
Las fuentes que utiliza para la recolección de datos son los roll-calls de
El marco teórico se enfoca principalmente al sistema de reelección de Estados Unidos para analizar el shirking. Si un legislador busca ser reelecto entonces el shirking será mínimo respecto a su distrito, en caso de que el legislador no desee la reelección actuara conforme a sus propios intereses e ideología. Otro es que a mayor número de periodos legislativos, mayor congruencia en votaciones, sin embargo, la regresión lineal no resultó significativa para esta variable. El shirking puede ser explicado por otras variables que los autores ni siquiera consideran: sistemas de rendición de cuentas, monitoreo legislativo y grupos de interés o cabildeo. Respecto a la evidencia empírica, la medición del abstencionismo no es un buen estimador, pues es posible que legisladores se abstengan en casos que ni siquiera afectan al distrito en cuestión y esto no necesariamente se traduce en shirking. Lo más plausible del artículo es el resultado significativo en el shirking del cambio político distrital, pues los legisladores no adaptan inmediatamente su ideología ante el cambio. Sería enriquecedor analizar si durante ese periodo legislativo el legislador modera su ideología hacía las preferencias del distrito o se mantiene.
Luís Fernando Fernández
Oscar Mendoza
3 comentarios:
Lawrence Rothenberg y Mitchell Sanders trabajaron juntos en otro paper que también trata el dilema al que hacen referencia: el comportamiento del legislador ante el futuro, una vez que no tienen pensado reelegirse, de qué manera afecta su voto: “Lame-Duck Politics: Impending Departure and the Votes on Impeachment” Political Research Quarterly 2000. La aportación del paper indica que los incumbents tomaron con mayor seriedad las preferencias de su distrito respecto al posible impeachment de Clinton, mientras que aquellos que no serían legisladores de nuevo (alrededor del 10% de la 105° Legislatura) exhibieron una conducta errática y en ocasiones contraria a la línea partidista. Además de la contraposición con otras posturas teóricas, como la de Alesina, tiene citas de demócratas y republicanos, explicando por qué votaron de una u otra forma y cuál era su perspectiva ante el entramado constitucional (eran cuatro los artículos sobre los que había que decidir si Clinton los había violado). Finalmente, modelan el comportamiento de los legisladores con base en sus resultados electorales dos años antes (1996) y encuestas de opinión pública, con el fin de distinguir expectativas de shirking.
Este paper se parece mucho al que revisamos Ángel y yo, sólo que es más reciente y siento que está mejor. Seguro lo vamos a leer también para nuestro trabajo. Gracias por el tip.
A mi parecer, la medición del abstencionismo como estimador del shirking que descartan en su crítica sí puede ser un buen indicador del participatory shirking si se relaciona con el promedio de participación del legislador en períodos pasados. Por otra parte, mencionan que el resultado significativo del cambio político distrital en el shirking es la aproximación más plausible del artículo dada la inflexibilidad ideológica del legislador a corto plazo. No creo que esta sea una crítica adecuada, pues los autores del artículo han descartado la presencia de ideological shirking en sus resultados, además de que es poco creíble que un político estadounidense que vive de complacer a sus votantes tenga, al menos continuamente, dificultades personales o ideológicas para votar en interés de su constituency. Más bien yo adjudicaría el mecanismo causal a una falta de actualización de la información sobre las preferencias de los votantes: finalmente, es el trabajo del legislador saber qué quiere su electorado, así funciona el mercado político en EUA. Por otro lado, no creo que el político "adapte su ideología" a la de sus votantes, sino más bien "adapta sus votaciones."
Tal vez en el caso de México, dada la falta del incentivo de la reelección, si puedan argüir que la inflexibilidad de la ideología del político (o del partido) tienen un papel central en la producción de shirking.
Publicar un comentario