Arely Miranda y Rafael Solís
Leyden, Kevin & Stephen Borrelli, “Party Contributions and Party Unity: Can Loyalty Be Bought?”, The Western Political Quarterly, Vol. 43, No. 2 (Jun., 1990), pp. 343-365.
El paper de Leyden y Borrelli analiza el impacto de las contribuciones partidistas en las campañas de demócratas y republicanos. Considera que, incluso en un país donde los comités de los partidos apoyan financieramente muy poco a sus candidatos para el Congreso, este apoyo se vuelve significativo porque involucra una retribución posterior (lo “poco” es relativo, pues se considera que son mayores las aportaciones de los ciudadanos y de las equivalentes de las APNs estadounidenses). Esto desemboca en un mayor índice de unidad partisana.
El texto propone dos preguntas. Primero, saber si los partidos pretenden recompensar las lealtades pasadas o castigar las deslealtades a través de la distribución de los fondos partidistas por parte de sus candidatos ganadores. Luego, saber si los congresistas que recibieron en su momento asistencia financiera partidista demuestran una mayor unidad partisana cuando son representantes. Se toma en cuenta que ganar más asientos en el congreso es la primera prioridad de los partidos y después queda compensar las lealtades a través de los fondos.
Leyden y Borrelli predicen (OLS y Tobit) la distribución de los fondos por medio de tres factores principales: fortaleza local/estatal del partido (si es fuerte es rico), años de carrera política del candidato (debieran ser proporcionales a su necesidad de recursos) y nivel de apoyo financiero no partidista (ciudadanos y APNs). Aludiendo a que es muy difícil de medir, los autores dan muy poca importancia al apoyo no partidista; es un error porque además de ser el apoyo central, también impacta la intensidad de la necesidad de los candidatos (aunque no falte dinero estos apoyos son útiles al estar etiquetados para pagar medios de comunicación o consultoría externa).
L. y B. detectan que también importa el tipo de apoyo: los fondos coordinados (mucho mayores y con un amplio margen de asignación) o los fondos congresionales directos (limitados a candidatos con características más restrictivas) impactan de formas distintas a republicanos que a demócratas. Los republicanos pueden recurrir más a los fondos coordinados. Esto ayuda a que haya una correlación positiva entre las cantidades de fondos coordinados que reciben los republicanos y la tendencia de estos representantes a votar alineados con su partido en el congreso (no pasa así con los demócratas). Aquí encontramos otra debilidad de la investigación: el periodo de análisis es 1983-1985, una época en la cual la estructura de apoyo financiero de los demócratas muy probablemente era mucho más débil que la republicana.
Los autores concluyen que los representantes que en su momento recibieron fondos partidistas después necesitan demostrar su aprecio votando alineados con la mayoría de su partido. Esto deviene de una aparente contradicción: la tendencia de los congresistas a recibir “todos los aplausos” por sus logros legislativos desvinculándose de sus lazos partidistas choca con el compromiso moral que asumen casi todos los representantes que en su momento recibieron apoyo partidista y que luego retribuirán económicamente a sus colegas partidistas.
Este paper es útil para nuestra propuesta de investigación porque nos basa la relación entre los candidatos (en este caso son congresistas, pero bien se aplica para otro tipo de políticos) y su gasto de campaña alineado con la plataforma, y el gasto que habrá cuando fuere funcionario. Nos provee de otra perspectiva: como funcionario puede estar alineado con la plataforma como un derivado de la necesidad de estar en un partido unido, al cual le debe favores y del cual necesita que exista fortaleza. Sin embargo, habiendo leído a Leyden y Borrelli, el texto sólo nos ayuda para sensibilizarnos en el trabajo previo a la modelación, pero no en la factura de nuestro proyecto.
Winters, Richard, “Party Control and Policy Change”, American Journal of Political Science, Vol. 20, No. 4 (Nov., 1976), pp. 597-636.
En “Party Control and Policy Change” Richard Winters pretende probar que no existe una relación entre el control del partido político gobernante y los cambios en las políticas redistributivas estatales en Estados Unidos durante el periodo de 1951 a 1967.
Las tres variables dependientes estudiadas son el nivel de redistribución, el índice del cambio de redistribución y el índice de alteración (el valor absoluto del índice anterior). Asimismo, las variables económicas independientes reflejan la capacidad y necesidad estatales para redistribuir el gasto (incluyen ingreso per capita y porcentaje de población en manufactura) y las variables políticas independientes determinan el cambio en el gasto estatal con base en el partido en turno (como afiliación partidista del gobernador, porcentaje de Demócratas en la cámara baja de la legislatura estatal) y en la estructura fija (poder de veto y duración del gobierno).
Las hipótesis son:
1) Las variables partidistas tienen poco o nulo impacto en el nivel de redistribución, ya que éste es una función positiva (dirigida a los grupos sociales con menor ingreso) de los recursos estatales y de la necesidad de programas redistributivos.
2) El cambio en la redistribución es positivo en los estados donde el gobernador y legislativo están bajo control del Partido Demócrata y donde históricamente destaque la competencia entre partidos.
3) El índice de alteración depende de variables históricas y estructurales.
El análisis mostró que:
-La única variable económica independiente con un nivel de significancia en las tres regresiones fue la población dedicada a la manufactura (relación negativa con el nivel de redistribución).
-Ninguna de las variables políticas fueron significantes. Al autor opinó que la única y limitada influencia política en el gasto se debería al patrón histórico de las relaciones políticas y a la similitud entre plataformas partidistas.
El autor busca explicar el proceso de conformación del presupuesto como un evento dinámico, sujeto a distintas variables independientes en diferentes tiempos. Sin embargo, el énfasis que otorga Winters a las variables históricas, como el nivel actual de redistribución, para explicar el cambio en las políticas redistributivas se entiende más bien como una defensa determinista. Es decir, el hecho de sustentar que cualquier “cambio” en las políticas se debe a un proceso histórico, limita claramente el margen de cualquier partido de efectuar un cambio sustancial. Esta implicación del autor puede ser muy criticable ya que existe una multicolinealidad entre las variables históricas y las partidistas: ¿es posible que un partido no afecte directamente el rumbo de la historia?
También, al estudiar el sistema bipartidista norteamericano se entiende que ambos partidos políticos tienen una influencia similar en le ejecución de las políticas nacionales y una igualdad de ser elegidos por el electorado. Sin embargo, en sistemas multipartidistas un estudio con estas variables probablemente demostraría que existe una esfera de influencia de algunos partidos sobre las políticas estatales y, en particular, el gasto. De esta manera sería posible probar que en ciertos sistemas partidistas las propuestas del partido se reflejarían en políticas reales. En este caso, sería interesante comparar la relación entre la plataforma y el gasto en sistemas bipartidistas y multipartidistas.
Leyden, Kevin & Stephen Borrelli, “Party Contributions and Party Unity: Can Loyalty Be Bought?”, The Western Political Quarterly, Vol. 43, No. 2 (Jun., 1990), pp. 343-365.
El paper de Leyden y Borrelli analiza el impacto de las contribuciones partidistas en las campañas de demócratas y republicanos. Considera que, incluso en un país donde los comités de los partidos apoyan financieramente muy poco a sus candidatos para el Congreso, este apoyo se vuelve significativo porque involucra una retribución posterior (lo “poco” es relativo, pues se considera que son mayores las aportaciones de los ciudadanos y de las equivalentes de las APNs estadounidenses). Esto desemboca en un mayor índice de unidad partisana.
El texto propone dos preguntas. Primero, saber si los partidos pretenden recompensar las lealtades pasadas o castigar las deslealtades a través de la distribución de los fondos partidistas por parte de sus candidatos ganadores. Luego, saber si los congresistas que recibieron en su momento asistencia financiera partidista demuestran una mayor unidad partisana cuando son representantes. Se toma en cuenta que ganar más asientos en el congreso es la primera prioridad de los partidos y después queda compensar las lealtades a través de los fondos.
Leyden y Borrelli predicen (OLS y Tobit) la distribución de los fondos por medio de tres factores principales: fortaleza local/estatal del partido (si es fuerte es rico), años de carrera política del candidato (debieran ser proporcionales a su necesidad de recursos) y nivel de apoyo financiero no partidista (ciudadanos y APNs). Aludiendo a que es muy difícil de medir, los autores dan muy poca importancia al apoyo no partidista; es un error porque además de ser el apoyo central, también impacta la intensidad de la necesidad de los candidatos (aunque no falte dinero estos apoyos son útiles al estar etiquetados para pagar medios de comunicación o consultoría externa).
L. y B. detectan que también importa el tipo de apoyo: los fondos coordinados (mucho mayores y con un amplio margen de asignación) o los fondos congresionales directos (limitados a candidatos con características más restrictivas) impactan de formas distintas a republicanos que a demócratas. Los republicanos pueden recurrir más a los fondos coordinados. Esto ayuda a que haya una correlación positiva entre las cantidades de fondos coordinados que reciben los republicanos y la tendencia de estos representantes a votar alineados con su partido en el congreso (no pasa así con los demócratas). Aquí encontramos otra debilidad de la investigación: el periodo de análisis es 1983-1985, una época en la cual la estructura de apoyo financiero de los demócratas muy probablemente era mucho más débil que la republicana.
Los autores concluyen que los representantes que en su momento recibieron fondos partidistas después necesitan demostrar su aprecio votando alineados con la mayoría de su partido. Esto deviene de una aparente contradicción: la tendencia de los congresistas a recibir “todos los aplausos” por sus logros legislativos desvinculándose de sus lazos partidistas choca con el compromiso moral que asumen casi todos los representantes que en su momento recibieron apoyo partidista y que luego retribuirán económicamente a sus colegas partidistas.
Este paper es útil para nuestra propuesta de investigación porque nos basa la relación entre los candidatos (en este caso son congresistas, pero bien se aplica para otro tipo de políticos) y su gasto de campaña alineado con la plataforma, y el gasto que habrá cuando fuere funcionario. Nos provee de otra perspectiva: como funcionario puede estar alineado con la plataforma como un derivado de la necesidad de estar en un partido unido, al cual le debe favores y del cual necesita que exista fortaleza. Sin embargo, habiendo leído a Leyden y Borrelli, el texto sólo nos ayuda para sensibilizarnos en el trabajo previo a la modelación, pero no en la factura de nuestro proyecto.
Winters, Richard, “Party Control and Policy Change”, American Journal of Political Science, Vol. 20, No. 4 (Nov., 1976), pp. 597-636.
En “Party Control and Policy Change” Richard Winters pretende probar que no existe una relación entre el control del partido político gobernante y los cambios en las políticas redistributivas estatales en Estados Unidos durante el periodo de 1951 a 1967.
Las tres variables dependientes estudiadas son el nivel de redistribución, el índice del cambio de redistribución y el índice de alteración (el valor absoluto del índice anterior). Asimismo, las variables económicas independientes reflejan la capacidad y necesidad estatales para redistribuir el gasto (incluyen ingreso per capita y porcentaje de población en manufactura) y las variables políticas independientes determinan el cambio en el gasto estatal con base en el partido en turno (como afiliación partidista del gobernador, porcentaje de Demócratas en la cámara baja de la legislatura estatal) y en la estructura fija (poder de veto y duración del gobierno).
Las hipótesis son:
1) Las variables partidistas tienen poco o nulo impacto en el nivel de redistribución, ya que éste es una función positiva (dirigida a los grupos sociales con menor ingreso) de los recursos estatales y de la necesidad de programas redistributivos.
2) El cambio en la redistribución es positivo en los estados donde el gobernador y legislativo están bajo control del Partido Demócrata y donde históricamente destaque la competencia entre partidos.
3) El índice de alteración depende de variables históricas y estructurales.
El análisis mostró que:
-La única variable económica independiente con un nivel de significancia en las tres regresiones fue la población dedicada a la manufactura (relación negativa con el nivel de redistribución).
-Ninguna de las variables políticas fueron significantes. Al autor opinó que la única y limitada influencia política en el gasto se debería al patrón histórico de las relaciones políticas y a la similitud entre plataformas partidistas.
El autor busca explicar el proceso de conformación del presupuesto como un evento dinámico, sujeto a distintas variables independientes en diferentes tiempos. Sin embargo, el énfasis que otorga Winters a las variables históricas, como el nivel actual de redistribución, para explicar el cambio en las políticas redistributivas se entiende más bien como una defensa determinista. Es decir, el hecho de sustentar que cualquier “cambio” en las políticas se debe a un proceso histórico, limita claramente el margen de cualquier partido de efectuar un cambio sustancial. Esta implicación del autor puede ser muy criticable ya que existe una multicolinealidad entre las variables históricas y las partidistas: ¿es posible que un partido no afecte directamente el rumbo de la historia?
También, al estudiar el sistema bipartidista norteamericano se entiende que ambos partidos políticos tienen una influencia similar en le ejecución de las políticas nacionales y una igualdad de ser elegidos por el electorado. Sin embargo, en sistemas multipartidistas un estudio con estas variables probablemente demostraría que existe una esfera de influencia de algunos partidos sobre las políticas estatales y, en particular, el gasto. De esta manera sería posible probar que en ciertos sistemas partidistas las propuestas del partido se reflejarían en políticas reales. En este caso, sería interesante comparar la relación entre la plataforma y el gasto en sistemas bipartidistas y multipartidistas.
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