miércoles, abril 25, 2007

¿Personas o partidos? Un análisis del voto personal en México

La teoría de la ambición política sostiene que los políticos ajustan su comportamiento de acuerdo al objetivo de conseguir un cargo y según la forma en que anticipan sus carreras (Schlesinger). Los sistemas electorales varían en el grado en que fomentan elecciones y campañas centradas en los candidatos, es decir, en los incentivos que crean para que los políticos cultiven una base de apoyo personalizada, independientemente de su filiación partidista (Shugart y Carey, 1995). En este trabajo exploramos el carácter personal de la relación de representación en México en dos niveles: entre los legisladores y electores en el distrito, y entre el ejecutivo (estatal y nacional) y el electorado. ¿Cuál es la magnitud del voto personal en esos niveles? Si consideramos el comportamiento estratégico de cualquier político, ¿por qué los legisladores no tienen incentivos a cultivar un voto personal, mientras los candidatos a cargos ejecutivos sí? La pregunta también tiene implicaciones para el comportamiento de los votantes. ¿En qué circunstancias los electores consideran las características personales de los políticos para determinar su voto? El marco institucional en México desfavorece el voto personal a nivel legislativo, pero la imagen personal de los candidatos parece jugar un papel importante a nivel ejecutivo.
Mariano Sánchez Talanquer
Marcelina Valdés Stankiewicz

4 comentarios:

José Sicabí Cruz Salinas dijo...

¿Por qué los legisladores no tienen incentivos para cultivar un voto personal, mientras los candidatos a cargos ejecutivos sí? Tal vez la respuesta tenga algo que ver con la naturaleza misma de los cargos. Es decir, en una carrera legislativa el contacto directo con los electores se da en su mayor parte a través de actividades de gestión cuyo impacto es limitado dados los recursos de cada legislador; mientras que para los cargos ejecutivos los recursos son mucho más abundantes y los programas de gobierno suelen identificarse con la persona que está en el cargo. En cambio, una modificación legislativa que impacte de manera relevante en la política pública (v. g. el aborto) casi nunca se identifica con la persona de un legislador porque no depende de la voluntad del mismo, sino de la de un partido o partidos, y en esa medida logra que la responsabilidad ante el votante se difumine.

Mónica L. Caudillo dijo...

Es prometedor su proyecto, aunque creo que es bueno incluir las variables independientes tentativas que explorarán. La diferencia en la dinámica de campaña entre niveles de gobierno bien puede comenzar explicándose por variables como la cantidad de votantes a la que va dirigida. Una campaña que ensalze al candidato debe ser mucho más cara que una que simplemente encumbre al partido (porque sirve para todos los candidatos del partido). Es más eficiente promocionar el partido entre pequeños grupos de votantes a los que corresponden diferentes candidatos, mientras que por el ejecutivo vota todo el país, y resulta plausible hacer campañas persuasivas, que promocionen al candidato y que sean muy caras. Las variables "no reelección" y la relevancia del Legislativo en la percepción de los mexicanos también puede ayudar a explicar por qué las campañas de legisladores no tienen mucha razón de enfocarse en el candidato.

Luis Fernández dijo...

La diferencia entre los dos niveles que explorarán será abismal. Los recursos destinados a cada nivel, como bien expone Sicabí, y la trascendencia de los cargos públicos mostrarán la necesidad del carácter personal de las campañas. En los distritos electorales, las campañas son territoriales y de pocos recursos, por lo que su difusión no recurre a medios masivos de comunicación y únicamente requiere difusión local, mientras que en las campañas ejecutivas agotan todas las estrategias mediáticas para que los conozcan en todo el estado o la República. Lo que me parecería más relevante actualmente es ¿en qué circunstancias los electores NO consideran las carácterísticas personales para determinar el voto? y esto enfocado a cargos ejecutivos sería interesante. Medirlo es realmente un reto, lo cual podría hacer su investigación más teórica y especulativa, pero sumamente interesante. Por último, concuerdo con el argumento de que en el legislativo el voto es más partidista que personal, pero ¿cómo probarlo empíricamente?

Oscar Mendoza dijo...

El tema del voto personal se me hace muy interesante, pero creo que tienen varios problemas con su hipótesis. Primero que nada, como dicen mis demás compañeros, comparar una elección legislativa y una a nivel ejecutivo es muy difícil por la diferencia de recursos y por la cantidad de personas que alcanzan. Segundo, no se si están tomando en cuenta que para llegar a cualquiera de los dos cargos primero que nada se necesita el apoyo del partido, pues es éste quien te nombra para una candidatura. Entonces, lo que más le importa a un político es el partido, pero si va a un cargo en el poder legislativo a uno en el ejecutivo su actitud ante el votante será radicalmente diferente, pues aunque ambos cargos se ganen por medio del voto popular, un legislador pierde casi por completo cualquier contacto con su electorado después de ganar una elección. Esto se debe a que tienen que enviar propuestas que estén de acuerdo con el partido y sus miembros, más no con el electorado.