sábado, febrero 19, 2005

Evidencia en contra del TVM - Bibliografía comentada

Harrington Jr., Joseph E. (1993). “Economic Policy, Economic Performance and Elections”, The American Economic Review, 83(1), 27-42

El artículo de Harrington explora el papel que desempeña la reelección en la determinación de la política económica. Un supuesto fundamental en el modelo desarrollado por el autor es la incertidumbre de los votantes sobre la eficacia de las diferentes políticas. Harrington resalta el hecho de que las preferencias de los votantes sobre este punto pueden cambiar con el tiempo en respuesta a nueva información disponible. Como afirma el autor, estos supuestos sobre las preferencias de los votantes no están tan alejados de la realidad. Como consecuencia de esta situación, el candidato a ser reelecto (incumbent) podría elegir una política que produzca menos ingreso que la otra alternativa. Esta sería una decisión óptima porque el criterio de reelección, según el autor, depende de la política elegida y de las creencias pasadas del votante mediano y no de las presentes. De esta manera, se pueden manipular las políticas con el fin de ganar la reelección.
Aunque Harrington no se preocupa mucho en mostrar la evidencia que apoya su modelo, sí hace mención de literatura y trabajos que lo respaldan. Henry W. Chappell y William R. Keech (1985) demuestran que la política monetaria influye en la popularidad presidencial. Por su parte, Michael S. Lewis-Beck (1988) provee evidencia de encuestas de opinión pública sobre cómo los votantes parecen tomar en cuenta las políticas (policies) llevadas a cabo cuando deciden cómo votar.

Ingberman, Daniel y John Villani. (1993). “An Institutional Theory of Divided Government and Party Polarization”, American Journal of Political Science, 37 (2), pp. 429-471.

En este paper se desarrolla un modelo simple de competencia partidista que explica la persistencia de gobiernos dividido. Si se sigue la idea del teorema del votante mediano, los partidos adoptan posiciones convergentes. Si esto sucede, entonces los casos de gobierno dividido deberían ocurrir el 50% del tiempo. En la realidad parece ocurrir lo contrario. Por lo tanto, Ingberman y Villani proponen un modelo en el que los partidos buscan ocupar posiciones en el ejecutivo y en la legislatura. Los partidos ofrecen posiciones en una sola dimensión. Cuando los partidos son adversos al riesgo (supuesto principal del modelo), la competencia lleva a un dilema del prisionero: los partidos pueden mejorar mediante la adopción de posiciones convergentes. Sin embargo, al mismo tiempo hay otras elecciones que llevan a un equilibrio sub-óptimo en el que los partidos adoptan posiciones separadas y de esta manera, la probabilidad de un gobierno dividido es cercana a 1. Por consiguiente, en el modelo de estos autores no hay una tendencia hacia un equilibrio electoral que produzca el resultado de política ideal del votante mediano.
La evidencia que muestra Ingberman sobre su modelo se refiere al caso de Estados Unidos. De acuerdo con el autor, al menos desde el periodo de posguerra parece existir una tendencia hacia el gobierno dividido. Como las posiciones de los partidos son relativamente extremas, muchos votantes prefieren un gobierno dividido sobre el control de un solo partido de la legislatura y el ejecutivo. Los votantes sofisticados comprenden que la única alternativa a un gobierno dividido es el control del legislativo y el ejecutivo por uno de los dos partidos, lo que daría lugar a que ganara la política del partido relativamente extremo que salga ganador. A su vez, dada su adversidad al riesgo, los partidos tienen incentivos para ofrecer posiciones extremas en equilibrio.

Murdoch, James C., Todd Sandler, Laurna Hansen, “An Econometric Technique for Comparing Median Voter and Oligarchy Choice Models of Collective Action: The Case of the Nato Alliance”, The Review of Economics and Statistics, 73(4), Nov. 1991, pp. 624-631.

En este artículo, Murdoch et. al. desarrollan una metodología empírica para discriminar entre el modelo del votante mediano y el modelo de elección oligárquica para la provisión de un bien público. Dicha metodología se aplica para examinar la demanda de actividades militares de diez miembros de la OTAN en el periodo de 1965 a 1988. Se utilizó un procedimiento de mínimos cuadrados para estimar las ecuaciones de demanda.
Por un lado, bajo el supuesto del modelo del votante mediano, se utiliza un referéndum para decidir el nivel de gasto destinado a defensa militar. Se supone que al votante mediano se le permite destinar dinero a bienes privados y a actividades militares. La demanda por actividad militar para cada aliado se puede encontrar mediante la maximización de la utilidad del votante mediano. Se alcanza un equilibrio para la alianza cuando la demanda de cada uno de los votantes medianos de cada aliado se satisface con su nivel de actividad militar correspondiente. Por otro lado, el modelo de elección oligárquica supone que las decisiones de defensa las toma un oficial electo o no por un electorado (constituency). La evidencia encontrada por los autores apunta hacia una representación del tipo del votante mediano en Bélgica, Reino Unido y Holanda. La evidencia a favor del modelo oligárquico existe en los casos de Francia, Alemania, Italia y Estados Unidos.

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